Harajuku es moda. Es color. Es una pasarela estrafalaria de cientos de chicos y chicas de Tokio que se arremolinan a las afueras de la estación del tren, otros se reúnen cerca del puente de Harajuku o el parque Yoyogi modelando sus cosplays. Un río de personas inundando la calle Takeshita, la cuál se desborda de accesorios, tiendas, restaurantes y curiosidades. Una tienda de fotos de idols, otra de ropa y disfraces para perros, una más de moda gótica, en un callejón la tienda de Evangelion. Uno puede sumergirse en ella durante horas, perderse con él suave aroma de las crepas al estilo japonés, el curry, los takoyakis y hasta los económicos Kebabs, un platillo que sin duda nos recuerda a México, similar pero no igual con una tienda atendida por un cocinero turco que habla japonés, inglés y español.
Así de sorprendente es Harakuku pero esto es sólo el inicio, al final de Takeshita-dori empieza el paraíso para los adictos a las compras, Omotesando con tiendas de ropa, tiendas de accesorios, galerías, museos, centros comerciales y calles que no le piden nada a la Quinta Avenida de Nueva York. Pero esto no es Nueva York, es Tokio y como tal uno encuentra en los recovecos y callejones llamados Ura-Hara, el toque geek u otaku entre los restaurantes de rámen, las cafeterías europeas y los establecimientos de takoyaki al éstilo cómida rápida.
Imposible recorrer en un sólo día, Harajuku tiene algo para todos los gustos.