Análisis | Himouto! Umaru-chan: autenticidad, espontaneidad y amor
Cuando comenté, con mucha emoción, que estaba viendo Himouto! Umaru-chan, un amigo me hizo notar que había en patrón en esa afición mía: antes me había gustado Karekano.
Umaru-chan y Karekano no son, ni de lejos, la misma clase de historia, pero comparten algo: una protagonista con doble cara.
Yukino Miyazawa, protagonista de Karekano, era la estudiante modelo: bella, distinguida, amable e inteligente. Los chicos la consideraban como alguien fuera de su alcance en todos los sentidos; no había manera en que alguien de su clase volteara a verlos más allá de la gentileza. Sin embargo, nada más llegar a casa, Yukino se ‘transformaba’ en una versión desaliñada, holgazana y egocéntrica, que gastaba su tiempo en desarrollar, precisamente, la imagen por la que todos la admiraban. Para Yukino, ser la mejor no era importante por sí mismo, sino por lo que venía después: las miradas de aprobación y admiración, las palabras de elogio, la envidia… Yukino no era honesta consigo misma, y justo de eso se trató (cuando menos parcialmente), aquella historia.
Con Umaru pasa algo semejante. Como Yukino, Umaru tiene reputación de belleza, distinción e inteligencia. La diferencia, quizá, es que a Umaru su reputación no parece servir al mismo propósito. No aspira a los primeros lugares, ni a la admiración de otros. No quiere ser el centro de atención. Sus intenciones parecen ser más modestas: poder llevar el estilo de vida que desea: uno de ocio, comida chatarra, manga, anime y videojuegos.
No parece mucho pedir, pero en una sociedad como la de Japón, la cuestión podría no ser menor. Japón es un lugar en el que ser un poco distinto a los demás suele acompañarse de miradas de extrañeza, reprobación y chisme.
Sólo cuando está en casa, Umaru puede ser de otra manera. No digo ‘genuina’, porque no creo que su versión elegante, amable e inteligente sea una farsa. Veo a Umaru como una chica saludable como pocas, con una personalidad capaz de abarcar un espectro grande. Flexible, pero sólida.
La persona más importante alrededor de Umaru es su hermano mayor, Taihei. Él es el ‘adulto responsable’ en esa relación y, naturalmente, está preocupado por el devenir de su hermanita: ¿Podrá hacer amigos? ¿Convertirse en una adulta seria, independiente y útil para su sociedad? Desde su punto de vista, esto no parece tan claro. Ante él, Umaru muestra sus aspectos más infantiles: sus berrinches, su afición persistente a lo otaku, su voraz apetito de comida chatarra. Curiosamente, todas sus preocupaciones no obstan lo bastante como para que Taihei sea más firme con ella. La consiente –a veces a regañadientes– y protege en todo momento. No es que Umaru necesite ser protegida o mimada, pero es su manera de expresarle lo mucho que le importa.
Por su parte, Umaru le corresponde dejándose consentir. Es una forma un poco extraña de mostrar afecto, ¿no? Muchos podrían interpretarla como una abusiva. El propio Taihei así lo hace a veces. Sin embargo, Umaru cumple en su vida un papel fundamental: sin ella, él estaría solo. No sería nada más que un eficiente salaryman sin ninguna otra motivación que el día libre semanal y los descuentos del supermercado. Umaru le provee una vida de significado, en el que la cotidianeidad adquiere espontaneidad y alegría. Taihei no es como ella y no necesariamente la entiende; pero la quiere, se sabe querido y eso es lo que importa.
Otro aspecto notable es lo que ocurre alrededor de este par de hermanos. La integración de Ebina, Kirie y Bomber va configurando, paulatinamente, un grupo heterogéneo en el que se respira un ambiente de confianza. Umaru no está tan sola como Taihei cree y él tampoco lo está tanto como a veces parece. Quizá, algún día, Umaru sienta la confianza de mostrarse completamente a los demás. Eso es lo que, en resumidas cuentas, significa la amistad: esa familia accidental, pero hasta cierto punto escogida, donde muchas cosas pueden darse por sentado.
Himouto! Umaru-chan fue transmitida durante la temporada de verano de este año y la dirección estuvo a cargo de Masahiko Outa y el estudio Doga Kobo. Está basado en el manga original de Sankaku Head. Está disponible mediante el servicio de Crunchyroll.

freudchicken
Psicólogo, psicoanalista y especialista en temas sobre Japón, su cultura y su sociedad. Entusiasta de las historias y sus lenguajes.
Me gusta de verdad leer tus reseñas, realmente emocionas e incitas a ver el anime en cuestión. Y lo mejor es que uno nunca se equivoca al hacerte caso.
*se va a ver a Umaru-chan*
¡Muchas gracias por el comentario!
( ^^)
Yo vi la mitad de la serie y ya, si me dio algo de risa pero normal…para mi la protagonista agarró su fama porque imagino que los “otakus” se sienten identificados con ella respecto a la pereza, y si hay algo que le encanta a las personas es identificarse con los pecados capitales, más si es de una perfecta estudiante modelo, hermana menor….además todo para alimentar ese morbo japones de una hermana menor perfecta, pero en este caso con algo que a nadie se le ocurrió crear antes, la hermana menor perfecta de un otaku del anime siendo ella misma del mismo tipo.
Pero como siempre, los hombres crean mujeres para satisfacer su ser (Aunque claro..las mujeres son molestas de todos modos) y parecen olvidar como es la mujer en realidad. La protagonista no es mas que eso, esa creación de los japoneses…una mujer otaku que no existe y es sólo el popurrí de eventos desafortunados que nos pasan a la mayoría de usuarios de intenet u “otakus” y más pereza.
¿Quieren ver una mujer otaku de verdad? Vean Genshiken 🙂
Creo que es un anime que puedes ver si no tienes nada mejor que hacer, tienes 12- 16 años y si eres alguien que quiere una hermana menor que consentir. De resto…meh, va ala bolsa de los animes que contribuyen que la industria se desvalorice.
[…] un poco la superficie y hablar de los sentimientos que están ahí, latentes, aun en historias que no tienen la pretensión de profundizar en ello. Me entretengo acusando las inconsistencias que detecto en otras y en encontrar los […]