#Cine | Reseña – GLASS
Parece que no ha pasado tanto tiempo desde aquella escena final de Split, del director M. Night Shayamalan en el 2016, dándonos a conocer que esta formaba de un universo más grande, que en aquel entonces, pocos sabíamos que había empezado por allá del año 2000 con Unbreakable y que nos trae al día de hoy, casi 2 décadas después, el cierre a una de las trilogías más prolongadas en la industria con Glass.
La historia retoma tres semanas después de los sucesos de Glass , con “La Horda” (James McAvoy) aún libre y con una nueva ronda de secuestros que caen en el radar de David Dunn (Bruce Willis), el cual ya lleva años haciendo su papel de vigilante local tras el exilio de Mr. Glass (Samuel L. Jackson) a un hospital psiquiátrico en el que para hacerla corta, los tres terminan juntos y gran parte de la cinta toma lugar. Con el personal del instituto haciendo un esfuerzo por convencer a los tres de que son humanos comunes y corrientes sin ningún tipo de capacidad especial, un esfuerzo que se replica por parte del director M. Night Shayamalan para subir a la audiencia en una montaña rusa y que nos cuestionemos “¿Será que todo esto si esta en las cabezas de los tres protagonistas y es un mero delirio de grandeza?”, pero conforme avanza la cita, nos damos cuenta de que esta definitivamente no es la intención real de la cinta.
Pero como es que la cinta une una historia de suspenso con uno de los protagonistas más cautivadores de los últimos años, con un drama noventero inspirado en comics, super héroes y la danza entre un hombre casi invencible y su frágil pero astuto enemigo?
Si bien el primer acto de Glass logra re-conectarnos con el universo de Unbreakable y darle continuidad a la historia de David Dunn, la cinta funciona más como una secuela para Split y su protagonista Kevin con sus otras 23 personalidades (La Horda) con un estilo que a pesar de absorber en gran parte el tono de la anterior, explora mucho más la relación entre las personalidades de la horda y su interacción con los personajes que rodean su entorno, además de darle mucho más espacio a McAvoy para su brillante actuación llena de cambios en el tono de voz, acentos y el lenguaje corporal que lo caracteriza en este papel y que se siente mucho más estudiado en esta segunda vuelta.
Es por lo mismo que vemos mucho menos de Bruce Willis y su personaje, que si bien es reconocible, tiene un menor impacto en la mayoría de la cinta, y es aquí donde entra Mr. Glass, que es el encargado de reunir a estos dos “super humanos” y de hacer todos los preparativos para su “encuentro final”, además de determinar dentro del marco de la historia quien es el héroe y quién es el villano.
Si bien la cinta es una mezcla de estás dos, esta procura mantener cuidado en los aspectos cinematográficos, tal como son los planos y colores que se adaptan a la intención de la escena o los colores clave de los protagonistas, además de la obvia preferencia de Blumhouse Production y en ocasiones Shayamalan por llevar el hilo de la historia en espacios o entornos reducidos y/o limitados.
Veredicto:
Al final la trilogía pretende hacer alegoría y hasta hacer una sátira sobre universo de superheroes de los comics como ha sido representado en el cine en el último par de décadas, pero nunca pretende tener una especie de enfrentamiento a gran escala, a diferencia de lo que un sector de los espectadores podrían esperar, más bien intenta enfatizar al igual que Elijah desde Unbreakable, en que los superhéroes y sus historias en los comics, o el cine, son o serían un tanto distintas y exageradas en comparación con lo que podrían ser en unas versiones más realistas .
Lamentablemente esta secuela no llega a los impactantes puntos de Unbreakable o Split, pero sin duda cae en un momento ideal, con años de separación entre ambas películas y la saturación actual de cintas de superheroes que nos ponen un contraste que hubiera sido muy distinto a principios del milenio.
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